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Un número más a la estadística

  • Por James
  • 21 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

“Cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el sólo hecho de ser mujer.” Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, Octubre 2016


Hace un par de semanas todo mi timeline se convirtió en una búsqueda desesperada de Mara Castilla, en una cacería de brujas contra Cabify y las autoridades de Puebla, y en otra historia cuyo final sospechamos desde el inicio. Una semana presionando, una semana deseando estar equivocados; una semana para saber que a Mara Castilla le arrebataron su vida en un motel al que la llevaron a la fuerza, dónde el conductor se sintió con el derecho de abusar de ella por el simple hecho de haberse subido a su vehículo después de una noche de bar.

No es que Mara saliera a divertirse en un bar, o que te pusiste una falda muy corta en el lugar equivocado, no es la hora ni falta de compañía masculina: No es culpa de la víctima. Basta de reducir estas historias a “No es la primera ni la última” Ellas merecían respeto, merecían la libertad de andar sin miedo y les fallamos. Porque esta vez fue Mara, Verónica, Giselín o Cristina Leyva; pero la siguiente vez puede ser alguien que conoces, puede ser tu mejor amiga, hermana, puede ser cualquiera, y vivir con este temor constante, no es vida.

De acuerdo a periodicocentral.mx el caso de Mara es uno de los 83 registrados en Puebla en lo que va del 2017, de los cuáles, sólo en 18 se ha detenido al responsable. Siguiendo con datos, El INEGI habla que desde 1990 a 2015, se registraron 43 mil 712 homicidios de mujeres, 28.2% de ellos durante 2007-2012. De los homicidios de mujeres, cerca de la mitad de ellos (45.2%) acontecieron en los últimos nueve años, entre 2007 y 2015. (Datos nacionales, Noviembre 2016).

El observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de las Naciones Unidas señala que 2,089 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 25 países de la región durante 2014. (BBC Mundo, “País por País” Noviembre 2016)

Todos estos números, estadísticas y casos sin resolver, tienen caras y nombres; no son sólo una carpeta que puede ser arrumbada porque no hizo ruido en redes sociales o porque la familia no tiene el dinero para lograr algo. Es frustrante que en México la corrupción, incompetencia y desinterés tenga más peso que la vida.

Estoy cansado de las lluvias de indignaciones en tuiter que al pasar unas semanas se extinguen y regresan a su modo moralista de dictarle a las mujeres “Cómo se porta una niña bien” o “Qué se supone debe pensar una feminista para ser una feminista, porque si no es como queremos no sirves” y otra serie de pensamientos trillados y absurdos que no consigue más que seguir dividiéndonos. Si no tenemos a las autoridades de nuestro lado, al menos debemos tenernos a nosotros.

Desgraciadamente no hay una solución rápida o mágica que de pronto convierta a nuestra sociedad en un lugar seguro, el camino es muy largo y complicado, pero siempre se tiene que empezar con un paso. Alza la voz, que nadie te haga sentir menos sólo por ser mujer, nadie (ni siquiera otras mujeres) tiene derecho a decirte como pensar o vivir. Hombres, siempre que una mujer dice “no” es no, sin importar su ropa, clase social o ideología. No. Su vida no existe para que tú puedas tomarla, controlarla o lastimarla.

Si te interesa profundizar más sobre el tema puedes visitar la página del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, una estancia de participación ciudadana basada en los derechos humanos con perspectiva de género, desde la cual se vigila, monitorea y reúne información sobre la falta de procuración e impartición de justicia.

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